jueves, septiembre 20, 2007

Reunión Anual Salieri - Tercera Parte

Antes de la hora prevista para el inicio de la reunión, salí del cuarto con sigilosa prevención. Helga no estaba a la vista, pero creí oler el relente de su perfume importado. Aumenté la precaución, caminando muy lentamente sobre la alfombra mullida. El pasillo se abría en cruz a medio camino de la escalera que llevaba a las oficinas de El Bruche y a la recepción. Una puerta abierta antes de la escalera -una especie de habitación de servicio- me dejaba oír las voces de varias personas, relajadas pero quedas. Eran las "edecanes", entre las que seguro estaba mi carcelera.
Intenté escuchar con detalle, pero sólo captaba palabras aisladas: "Chinita", "Implementos", "Enanos". Iba escuchando cada vez más a medida que llegaba al cruce de pasillos. "Ese tarado de Fender la quiso tocar dos veces a Helga..." y largas risas contenidas.
Con mucho cuidado para no hacer ruido, doblé hacia la derecha, alejándome del riguroso control de la alemana. A medio trayecto del nuevo pasillo vi que éste llevaba a un gran salón, del que sólo veía una enorme y recargada araña colgada del techo, a varios metros de altura. Llegué a otra escalera y descendí con sigilo.
El salón era casi redondo. Tenía unos treinta metros de diámetro y estaba acortinado en todo el perímetro.
Agachado detrás de un sillón, intenté escuchar para saber a qué me enfrentaba. Alguien estaba acomodando grandes cajas, de espaldas a mí. En el momento en que intenté asomarme y ver algo más, sentí un golpe no muy fuerte en la nuca. El mundo se apagó un poco. La araña del techo llenó mi campo visual. La estaba viendo desde abajo.
Un segundo después (o bien, una hora) desperté en un sillón. Helga me miraba con gesto reprobatorio. Verificó mis signos vitales, limpió con gesto materno la baba que caía de mi comisura labial y me dio un vaso de agua para que bebiera.
"¿Está bien?", y fue más una afirmación que una pregunta.
Me indicó el equipo en el piso. "Ése es parte del 'Second Unit' de Scorcese. Un equipo lo asistirá en el uso de los equipos, pero usted será mi cameraman. Y yo, su Directora". Hasta sonó con mayúsculas. Su mirada era seria y supuse que no admitía retruques.
Era una steadycam. Maldición. Ahora entendía: con el arnés y los contrapesos, lejos iba a estar de poder participar. Mierda. Odié al mundo, otra vez.
La gente del estudio me fue poniendo las correas, los cables, y por último, el complicado sistema de pesas y arneses para la cámara. Cuando vio que parecía un transformer, Helga desapareció tan imperceptiblemente como había aparecido.
Sonaron unas fanfarrias, y se apagaron las luces. Mi cámara tenía una sensibilidad asombrosa. Podía detectar las sombras, proyectadas por las ventanas tras las cortinas, en el medio de una oscuridad que parecía densa para el ojo humano.
Se fueron prendiendo velas, alrededor del salón circular. Pude ver que estaba lleno de camastros, almohadones, arneses, mesas quirúrgicas. Una de las paredes tenía un enorme bastidor del que colgaban implementos sexuales de todo tipo. Había algunos de los que no podía adivinar su función. O sí, y me estremecía.
Fueron apareciendo, por distintas puertas, todo el clan Salieri: María, Feehitoo, Zorra, Paco, Chinita, Guillex, Naty, Tequesta, Ana, Caro. El Bruche aún se hacía esperar.
A intervalos regulares, había bellas muchachas y efebos, casi desnudos. Zorra no aguantó la espera y se acercó a un enorme negro de casi dos metros. Se puso a jugar con el bulto de su tsunga, con expresión de gozo.
El Bruche apareció, por fin, en una especie de estrado.
"Queridos hermanos Salieris... hemos podido por fin hacer realidad el... sueño del hogar propio..."Sonaba sofocado, extrañamente inconexo. "Esta será... nuestra casa de juegos. Cada uno... cada uno de ustedes será... será... será responsable de poner sus fantasías en acción. Sólo... uffff... solo tienen que pedirlo. Dejo inaug... inaug...", un hilo de baba colgaba de su boca. Con mi cámara pude verlo claramente. Gotas de transpiración se le formaron en las sienes.
"¡INAUGURADAAAA!", gritó sofocado, "¡Sí, sí, sí, MIERDA! ¡Inaugurada ésta casa, CARAJOOOO!, y se desplomó sobre el estrado.
De abajo del mismo salió Helga, lamiéndose los labios, hierática. Me levantó una ceja, a la distancia, como única muestra de zozobra.
Una risa generalizada comenzó la jauja. En cuanto intenté hacer foco sobre Zorra, ya tenía la enorme virilidad del morocho entre los labios. Creo que no esperó a que El Bruche terminara el discurso.
Feehitoo y Paco discutían sobre quién se acostaría con Naty. Ésta, riéndose les dijo "no se peleen que hay para los dos. Y para más también".
Las acciones empezaron con fruición. Guillex se entretenía con Caro, mientras Ana, Chinita y Tequesta hacían un terceto que iba evolucionando en posiciones y giros. Me concentré en ellos, tomando algunos planos. Estaba encontrándole el gustito, pero caliente como un géiser, tenía la cámara totalmente impertinente. La tercera vez que me interpuse entre Tequesta y alguna chica me tiró una piña que alcancé a esquivar con pericia, por lo que me alejé unos cincuenta centímetros.
Sin verla, sentí el perfume persistente de Helga, quien seguro me supervisaba de cerca.
En un momento me tocó con delicadeza el hombro, señalándome el intercomunicador que tenía conectado ella misma. Me sonrió con simpatía. Ya estábamos como chanchos.
"A partir de ahora, me hará caso a mí. Seré su directora, recuerde", ordenó.
Me encogí de hombros. Mi cabeza estaba hirviendo. La de abajo, claro. La de arriba, como siempre, no servía para nada en ese estado. Sentí la voz de contralto de la alemana por el intercomunicador, acostumbrada a mandar:
"Hay una pareja a su izquierda", -eran Naty y Feehiito, Paco estaba desmayado, con un visible chichón en el parietal derecho- "tome plano largo. Detenga. Tome el pezón izquierdo. Derive al derecho. Siga la mano del masculino. Vaya a su izquierda. Aléjese. Más. Bien. Dos pasos hacia atrás, uno a la derecha".
La turra estaba centrándome detrás de la pareja, justo delante del desagradable culo de Feehiito. Estaban en plena faena. Noté con el ojo que no tenía el visor de la cámara que Paco se despertaba de a poco, tomándose el área golpeada.
Mein Directora puso casi al alcance de la mano del golpeado Paco un anal plug, con la efigie de George Bush.
"A la derecha, Sr. Fender. Tome al Sr. Paco. Siga su mano derecha".
Era evidente que conocía el espíritu humano. Paco se despertó y, entre ayes de dolor, vio a Naty cabalgada por Feehitoo, a escasos dos metros de él. Llamó su atención el anal plug que Helga había puesto estratégicamente cerca de él, y se sonrió malévolamente.
Se escurrió, dando un rodeo por detrás mío y lo perdí de vista. Al rato, mientras Helga me mantenía shoteando el desagradable culo de Feehiito subiendo y bajando, una rubia vestida con un catsuit animal print, se acercó a la pareja. Acarició la pierna de Feehiito, la nalga, la espalda. Sigo sus manos. Acariciaba un poco torpemente.
"Uhh, papito, que espalda musculosa", dice entre seseos.
"¿Será un travesti?", me pregunté. "¡Es Paco!", solté apenas audible.
"¡Shhh!", me chilló el comunicador.
El travestido Paco se coloca en cuclillas detrás de Feehiito. Acaricia la baja espalda con la mano izquierda. Me muevo hacia la derecha, por una indicación imperiosa de Helga, para tener mejor ángulo. Sospecho qué va a pasar. Helga, imagino, se debe estar mordiendo el labio. Tal vez se estará excitando, la muy perra. Todo es idea de ella. Y Feehiito no tiene la menor idea de lo que va a pasar. En un envión, relaja las nalgas. Seguramente, está cerca del orgasmo.
Paco hace un movimiento rápido: con la mano izquierda abre uno de los cantos, con la otra apunta a George Bush al ano del amante. Está completamente embadurnado de algo aceitoso. No creo que sea lubricante.
Cuando Feehiito siente la manipulación en su orificio anal, se detiene un poco, mirando de reojo.
Naty, ajena a todo pero no a la inoportuna detención del vaivén, le gritó, dulcemente:
"¡¿DALE, MARICÓN, O QUERÉS QUE LO BUSQUE A PACO?!"
Acicateado, Feehiito arrancó con todo, como un verdadero pistón humano.
Paco, detrás de él, contaba cada vez que Feehiito sacaba el culito para afuera.
"Uno... Dosss... ¡TRES!"
"¡¡¡¡AAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!! ¡¡Hijo de puta!!"
Retorciéndose e intentando sacarse a George del ano, se salió de Naty. Paco, rápidamente, abrió su catsuit, revoleó la peluca y se tiró encima de ella. Hice una finta y pude abarcar en primer plano a Feehiito reptando en el piso entre ayes de dolor y a la nueva pareja garchando como poseídos. Cambiando el foco, iba de uno a otro: del dolor de Feehiito a la cara de placer de los tórtolos.
Noté que Helga no me hablaba ya, pero escuchaba por el intercomunicador unos gemidos. Estaba esperando eso.
Giré y la vi. Tres enanos la habían abordado. Cada orificio estaba siendo atendido a conciencia. No había soportado más la excitación. Ver el sufrimiento de Feehiito la calentó como a una tetera en el palacio de Buckingham a las cinco de la tarde.
Me quité el arnés, con dificultad. Sabía qué haría ahora, pero tenía que entrar en la oficina de El Bruche, y no parecía empresa fácil.
Salté por sobre Zorrita; que había dejado al negro exhausto, tirado en el piso y con cara de felicidad, y se entretenía con una buena cantidad de juguetes. Ni me vio.
Subí la escalera que llevaba al pasillo, pues no conocía otro camino. La alfombra amortiguaba mis pasos, alejándome de la "sala de juegos".
Llegué hasta el office desde el que había escuchado reírse de mí al personal de servicio. Estaban todos abajo, vaya a saber haciendo qué. Pude inspeccionar con comodidad. Encontré un aparador con las llaves de todas las puertas. Un sueño. No tenían identificación, pero las de la oficina de El Bruche eran las más tecnológicas. "Qué obvio", me dije.
Salí de allí directo a la oficina del jefe. Abrí la puerta fácilmente y la cerré. El monitor de 24 pulgadas extrachato estaba encendido, así que no tuve que prender ninguna luz.
Exploré el escritorio, después la agenda. Busqué el día del cumpleaños de Caro, y encontré 3d4i6i6d. "Sos un maldito sentimental, Bruche y perdiste por eso", me dije.
Fui hasta la caja fuerte y la abrí sin problemas. Dinero -mucho-, algunas sustancias no muy santas, papeles -seguramente importantes- y, al final, dí con el voucher con todo lo necesario -pasajes, más dinero y diferentes identificaciones, algunas de las cuales decían All Access, dentro de un sobre que decía Premio Salieri-. Metí todo el dinero que encontré adentro del sobre.
No lo pensé más. Había ido a buscar eso, y eso me iba a llevar. Ahora, que se diviertan todo lo que quieran a mis costillas.

Helga -sin querer- había azuzado mis reflejos. Por eso la sombra que a mis espaldas intentó pegarme en la nuca erró torpemente el garrotazo.
Me estaba cansando de los golpes.



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lunes, septiembre 10, 2007

¡¡Último momento!!:La wikipedia nos desasna sobre la masiva desaparición salieri

La histeria (del francés hystérie, y éste del griego ὑστέρα, «útero») es una afección psicológica que pertenece al grupo de las neurosis y que padece el uno por ciento de la población mundial. Se encuadra dentro de los trastornos de conversión y se manifiesta en el paciente en forma de una angustia al suponer que padece diversos problemas físicos o psíquicos. En tanto que neurosis, no se acompaña nunca de una ruptura con la realidad (como en el delirio) ni de una desorganización de la personalidad. Técnicamente, se denomina conversión histérica.
El cerebro histérico no está enfermo, pero ciertas regiones son, manifiestamente, sede de una actividad anormal, y determinados circuitos parecen encontrarse transitoriamente bloqueados por una especie de parálisis funcional.

Síntomas
Los síntomas histéricos, de naturaleza física o psíquica, se manifiestan con un aspecto paroxístico, intermitente o duradero; frecuentemente, son reversibles. Destacan los trastornos motores, sensitivos y sensoriales.
Los trastornos motores son convulsiones o parálisis. Tradicionalmente, la crisis empieza por un aura, conformada por dolores abdominales, palpitaciones, sensación de atragantamiento y alteraciones visuales (ceguera parcial o completa). A continuación, se experimenta una aparente pérdida del conocimiento y en una caída controlada. Luego sobreviene la fase epileptoide, compuesta de paro respiratorio, tetanización, convulsiones y, finalmente, una resolución en forma de fatiga general y respiración ruidosa. Como fase final, se producen contorsiones (movimientos desordenados y gritos) y un periodo de trance, con remedo de escenas eróticas o violentas. El final de la crisis implica el retorno de la consciencia, acompañado de contracciones leves y expresión de palabras o frases inconexas relativas a temas pasionales.

Diagnóstico
Dos son los elementos indispensables para el diagnóstico de un síntoma histérico: primero, estos déficits de tono neurológico acontecen sin ninguna patología orgánica en el sistema nervioso, central o periférico, y segundo, acontecen en relación con situaciones de estrés o de conflicto psíquico. Todos los exámenes que se efectúan dan resultados normales, lo que no siempre tranquiliza a los pacientes, cuya ansiedad a menudo se agudiza, y resulta frustrante para los médicos, que se sienten impotentes o burlados por dolencias imaginarias. Estos trastornos no son simulados intencionadamente por el paciente, que se muestra seguro de su experiencia subjetiva de hallarse paralizado, ciego o amnésico.

En resumen: mucha pasión previa, mucho cachondeo, mucha murra virtual...y después de vernos las caras....el silencio
¿Nos estaremos fumando el pucho pos murra todavía?